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miércoles, 7 de junio de 2017

ROSCOS DE MIEL

Después de tantos años de terminada la carrera, cuando ya me aprobaron Procesal y Trabajo por puro aburrimiento, todavía, en esta época del año, sueño con que estoy a final de curso y tengo que examinarme, y todo el mundo se ha enterado de las fechas y yo no. Y no sólo eso, sino que, ya que me he enterado de la fecha y estoy sentada con las hojas para comenzar a escribir, recuerdo de golpe que no he ido a una sola clase y que no tengo ni puñetera idea del temario, el cual tampoco me he molestado en conseguir. Y me despierto muerta de terror, con el corazón encogido. Hay que ver el mal rato tan tonto. Y sigo recordando que, contrariamente a lo que he soñado, yo estaba por estas fechas, hace ya la tira de años, inmersa en el frenesí del consabido tráfico de apuntes de última hora, y pegándome los correspondientes atracones de a menos cuartillo de todo mal estudiante que de tal se precie. Me acordaba entonces (amargamente) del sabio dicho de mi profesor de Ciencias Naturales de 1º de BUP, don Clemente, "marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y calabazoso". (Para los jóvenes, las calabazas eran los cates. De nada.) Traducido al cristiano, que mucho jijíjí y jajajá durante el curso, y al final el apretón.  Muchas veces, nos íbamos tres o cuatro a la casa del Rincón de mi amiga y vecina Inma, y cada una se metía en un cuarto a empollar lo suyo. Bueno, parte del tiempo, al menos. Y como alguna estudiaba recitando, pues se te ponía la cabeza como un bombo y ya no sabías si estabas estudiando lo tuyo o lo suyo. De alguna asignatura de Psicología me hubiera podido examinar con éxito. A ellas les pasaba igual cuando yo estudiaba Canónico, en segundo de carrera. Canónico daba mucho juego; era muy de guarricotilleo y de culebrón. Esos casos prácticos:
"Roberto y Luisa se enamoran y se casan. La noche de bodas, Roberto confiesa a Luisa que su verdadero nombre es Margarita, que se fugó del convento de clausura hace dos años en la camioneta del lechero  y que hace seis meses se convirtió al budismo, abandonando a un bebé de un año fruto de sus relaciones secretas con su maestro espiritual, en la comuna en que residían. Describir errores en el consentimiento. Concretar los impedimentos y especificar si son impedientes o dirimientes" (No me invento nada. O casi nada)
Esto daba pie a esos debates intrascendentes entre amigas que son la sal de la vida:
-Pues no pasa nada, porque no han consumado el matrimonio.
-Eso no lo dice.
-Pero si no podían, Mari.
-Digo, ¿y tú que sabes? En el capítulo 266 de Adelfa María pasaba una cosa igual.
-No, pero ahí era que descubre que ella no era ella, sino su hermana trilliza. Eso es error en la persona.
-Lo que no entiendo es que si Roberto era budista, cómo le dejaron hacer los cursillos.
-Da igual que sea budista, porque si bautizan y educan a los niños en la fe cristiana, tienen el privilegio paulino.
-Pero qué niños, si no pueden.
-Pues el de ella, mariflor.
-¿El de cuál ella? Que no me entero.
Y así nos podíamos tirar horas y horas. De hecho, nos podíamos tirar horas y horas hablando de cualquier cosa. Total, que de dormir, poco, y de estudiar.... pues, lo justico. A ellas les cundía más, de todos modos. Las muy cochinas. Luego, ya en casa, sí estudiabas, porque no te quedaba otra y porque no tenías tantas distracciones. Un día me levanté a desayunar y me encontré con que doña Pepa había puesto un cocido en la olla exprés. Me dio un asco horroroso, porque mi dieta habitual preexámenes, como la de tanta gente en trance similar, consistía básicamente en océanos de café y hectáreas de tabaco, amén de cuatro comistrajos de elaboración propia, con lo cual tenía el estómago hecho una porquería. En la cocina, además de la olla del puchero, estaba mami pelando patatas. Y tuvo lugar entre nosotras el siguiente diálogo:
Yo: Hola, mamá...............aghhhhhssspffffff, voy al baño un momento.
Mami abrió unos ojos como platos. Código rojo. Alerta 4. Y salió pitando detrás de mí, golpeándome en la puerta del baño:
 Mamá: Nena, ¿estás bien?
Yo : Que si...... que me ha dado mucho asco el olor del puchero...pero ya estoy bien, de verdad. ¡¡¡BUARGGHHH!!!
Mamá: ¡¡¡Nena!!! ¿Qué has HECHO? ¡Dímelo!
Yo: Mamá, pues qué quieres que haga. Vomitar un poco. Si no te importa.
Mamá: ¿¿¿Y porqué tienes ganas de vomitar???  ¡¡¡Habla!!! ¿Qué tienes que contarme, hija mía?
Yo: ¿Contarte qué de qué? Que tengo el final de Civil dentro de tres días, mamá.... espérate.... ¿no estarás pensando que.........?  ¿¿¿¿cómooooooo????
Mamá: (Muy chula) Comiendo. Como la hija mediana de la Paquita, que la ingresaron por apendicitis y salió con su apéndice entero y un niño de tres kilos y medio en un moisés. ¡Vamos! Eso siempre pasa de la misma manera, hija, está todo inventado.
Yo: Me hago una idea. No.
Mamá: ¿¿¿Seguro???
Yo: Y tan seguro, mamá. Lo que estoy es estragada de fumar, de café y de derecho de sucesiones. No sé cuál de las tres sobredosis es más asquerosa. Tengo el estómago de punta.
-Mamá:  (Tranquilizada, pero aún algo recelosa) ¿Y ese muchacho tan mono que ha venido últimamente a traerte apuntes?
Yo: Pues un compañero que ha venido a eso. A traerme apuntes. Apuntes, mamá.
Mamá: Pues a mí me gusta ese niño para ti.
Yo: A su novia también le gusta para ella. Y además, es amiga mía.
Mamá: Vaya por Dios. 
Esto parece mentira, pero la anécdota es absolutamente real. La imaginación de doña Pepa, unida a un sin duda excesivo consumo de telenovelas, le jugaba muy malas pasadas.
A pesar de todo lo que os cuento, la mayoría de las veces aprobaba. No me preguntéis cómo. Y me dieron mi título y todo; por ahí anda, hecho un canuto . Hace unos años, fui a un curso de procedimiento administrativo que organizaban conjuntamente el Colegio de Abogados y la Universidad, y allí estaba, haciendo la presentación, nuestra Némesis. El catedrático de la asignatura hueso que fue la pesadilla de nuestra juventud. El cual, paseando la mirada por la sala, comenzó diciendo:
-Bueno.....me han dicho que esto es sólo para licenciados. Y veo muchas caras conocidas. De manera que debo rendirme a la evidencia de que "aprobaron", a pesar de todo....
Un amor, el hombre.
Esta criatura de Dios se caracterizaba por ser el que más cates daba de todos los departamentos de la facultad. Yo no digo que aprueben a quien no lo merece; pero él era de esos que disfrutan suspendiendo a la gente. Se le iluminaban los ojos cuando leía la lista de las notas con los caídos en combate. Hasta parecía crecer en estatura. Un caso claramente vocacional....
He hecho esta receta de los roscos de miel que me ha dado Elena, y que yo he tuneado ligeramente para adaptarla a mi gusto. Salen muy buenos, no son demasiado dulces, aunque pueda parecerlo, y tienen un nivel de vacaburrez dietética aceptable. Necesitamos:
-Un vaso de miel
-Un vaso de azúcar (yo puse morena)
-Un vaso de aceite.
-Tres huevos.
-Ralladura de limón
-Una cucharada de canela.
-Un sobre de levadura.
-La harina que admita, mas o menos 750 gramos a un kilo. Debe quedar una masa manejable.
Se baten los huevos y se mezcla todo, amasando. Dejamos reposar una media hora. Precalentamos el horno a 180º. Vamos tomando porciones de la masa, formando bolas y haciendo los roscos con cada una. Los ponemos en la bandeja del horno, revestida con papel para hornear, teniendo en cuenta que no crecen. Se dejan cocer unos 15 minutos. se sacan y se dejan enfriar en rejilla.

Y me quito el susto de la pesadilla, que una ya no está para sobresaltos. De verdad....
Feliz semana a todos.

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