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miércoles, 5 de julio de 2017

BIZCOCHO DE FRUTAS DE ISASAWEIS

Los meses de junio y julio los recuerdos me vienen como racimos, unos enganchando a los otros. Hace un par de semanas os contaba que me acordaba de cuando estaba terminando la carrera y doña Pepa pretendía, con notable falta de éxito, que me tomara los dichos con aquel compañero que me traía los apuntes. Lo que doña Pepa ignoraba , aunque no lo ignoró durante mucho más  tiempo, dadas sus extremadamente sensibles antenas, es que yo con quien estaba en conversaciones era con otro compañero de la Facultad muy salado, al que le gustaba leer tanto o mas que a mí y que se reía muchísimo de todo lo que yo decía. Dicho sea de paso, aquel compañero sigue siendo muy salado, le siguen gustando los libros tanto o más que a mí y hasta se sigue riendo, de vez en cuando, cuando me ve. De qué se ríe actualmente, pues mejor no lo pregunto. Yo quiero pensar que es porque le sigo haciendo algo de gracia, pero soy prudente, y si algo he aprendido en un matrimonio de largo recorrido, es que el secreto de la convivencia incluye no hacer preguntas superfluas. Sobre todo, si no estás seguro al cien por cien de la respuesta.
El hecho es que doña Pepa empezó a barruntar que algo había, después de verme colgar el teléfono con cara de idiota superior a lo habitual dos o tres veces. Ella me preguntaba, pero yo le daba de capotazos, con lo cual la tenía absolutamente intrigada. Un día yo había quedado en el centro con el compañero gracioso y otro amigo común, y a mami no le se ocurrió otra cosa que irse detrás de mí, para despejar la incógnita. Yo sabía que me estaba siguiendo desde el minuto uno; eran muchos años de oír su inconfundible y sonoro taconeo. La conocía metida en un saco. Entonces yo miraba hacia atrás y la veía de pronto contemplando muy interesada la puerta de una casa, o un escaparate. El Señor derramó muchas gracias sobre mamá, pero entre ellas nunca se encontró el don del disimulo. Total, que llego a la plaza de la Constitución, lugar de la cita, y allí estaban esperándome el muchacho de las conversaciones, tan buena persona y tan mono, y el otro amigo. Tan buena persona, también. A los dos minutos, aparece doña Pepa, haciéndose la encontradiza de un modo lamentable:
-Hola, nena. Huuuuuuy, qué "casualidad"(Mirando a ambos) ¡Ay! ¿No me dirás que tu NOVIO es "éste"? (por el que era buena persona) Ay nooooo, debe ser "éste" (por el que era buena persona y además, mono) ¡Ay, qué alegría, hija! ¡Un muchacho NORMAL!. Hola. Yo soy Pepa. Encantada.
En una sola jugada, llamó feo a nuestro amigo y pronunció aquella terrible palabra que empieza por "N", y que antes se empleaba con extrema prudencia, cuando una llevaba ya un tiempo de relaciones, para calificar a su pareja. Dice muchísimo en favor de mi entonces "N" que no pusiera pies en polvorosa; se presentó a su vez, la mar de bien educado, y la conquistó para siempre. En cuanto a nuestro amigo,  la Buena Persona, hizo diplomáticamente como que no escuchaba las ofensivas insinuaciones de la madre de la Rocío sobre su falta de encantos personales, lo cual dice también mucho en su favor, pobretico.
Poco después de esto, mi "N" empezó a subir a casa. Entonces eso era algo muy serio; no como hoy, que el novio o novia viene, se tira en tu sillón con los pies por lo alto, y te dice: "¿Qué pasa, suegriii?" Yo le subía al salón, que era el lugar de recibir; la habitación más fría e inhóspìta de la casa, supongo que concebida con el sano propósito de que las visitas se fueran pronto. Mi novio entraba y saludaba. Mi madre le devolvía el saludo. Mi padre emitía un gruñido que no le comprometía a nada. Con el paso del tiempo, empezó incluso a dirigirle la palabra de un modo inteligible; y para cuando dejó de ser EL NIÑO ESE y le llamó por su nombre, ya fue cuando vinieron mis suegros a pedirme.  Uy, sí; me pidieron y todo, y yo lo recomiendo mucho, es divertidísimo y además te sientes muy importante. Esa tarde, mi madre, que se había tirando los dos días anteriores preparando monerías para la merienda, había ido a la peluquería y estaba arreglada y entaconada hasta las cejas, y cuando ellos subieron, les recibió con un:
-¡Uy! ¿Los padres de Pedro, verdad? ¡Uy, qué SORPRESA tan agradable! ¡Encantaaaaada! Pero pasad, pasad. Creo que tengo alguna COSITA por ahí para que toméis.¡Joaquín, no te puedes "figurar" quién ha venido!
Mi suegra decía:
-Encantada también. Pues nada, pues aquí estamos, que digo yo que si se van a casar los niños, no nos vamos a conocer en la iglesia...
-Di que no, mujer, que eso está muy feo. Pero coged un salchichoncito.....
Así fue como poco después ingresé como socia de número en mi larga y ancha familia política. Me pasó como cuando leí "Cien años de soledad": me llevó su tiempo aprenderme los nombres y características de todos. Y nada, aquí seguimos, y nos da para ser felices y comer perdices de vez en cuando, y todo.....
He sacado esta receta del libro "Cocina sana para disfrutar", de la señora Isasaweis; pero ella lo llama "bizcocho multifrutas" y a mí la palabra "multifrutas" me da mucho coraje. Una de mis manías. Además, está corregida y a mí me ha salido muy bien con las correcciones. Esta buena mujer dice que tú vas ahí echando harina hasta que tenga una textura adecuada, lo cual es un concepto bastante impreciso. Los bizcochos no se hacen a ojo, querida. Tienen que guardar unas proporciones determinadas. Pero está muy rico y dura bastante, y, en general, sus recetas son muy buenas. A cada uno lo suyo.
Ingredientes:
- 225 gramos de harina integral.
-Un sobre de levadura.
-Tres huevos
-Dos o tres trozos de jengibre confitado picado muy fino (opcional)
-3 huevos.
-150 gramos de azúcar moreno o de coco.
-Un yogur.
-100 ml. de aceite de oliva.
-Dos zanahorias.
-Una manzana
-200 gramos de pasas o arándanos deshidratados.
-200 gramos de orejones de albaricoque picados finos.
-50 gramos de avellanas tostadas y troceadas.
-1/2 cc de canela
-Ralladura de una naranja.
Precalentar el horno a 180º. Engrasar y enharinar un molde de unos 20 cm. de diámetro. Poner las pasas/arándanos en un vaso con agua y meter a potencia máxima 2 minutos en el microondas, para rehidratar. Escurrir y reservar. Rallar las zanahorias y la manzana y reservar igualmente.
Batir los huevos con el azúcar tres minutos. Añadir el yogur, el aceite, la canela y la ralladura de naranja y batir de nuevo. Ir añadiendo la harina y la levadura, batiendo hasta integrar. Añadir las frutas ralladas, los orejones, las pasas o arándanos, el jengibre, la levadura y las avellanas y remover. Poner la mezcla en el molde y llevar al horno de 30 a 45 minutos, pinchando para ver cuándo sale limpio. Dejar templar y desmoldar. Conviene tenerlo en la nevera, porque es húmedo y podría fermentar.
Y darnos unos buenos desayunos en este último sprint del año judicial. Porque a estas alturas de la temporada está una ya que no se tiene.
Feliz semana, amigos. Y comed todas las perdices que la vida os ponga en el camino...

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