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miércoles, 18 de octubre de 2017

CAZUELA DE PATATAS CON RAPE

Sábado por la tarde/noche. Uno de mis hijos sale por la puerta y, juro ante Dios que lo he hecho de nuevo: me sorprendo a mí misma diciéndole lo que tantos años atrás juré que NUNCA diría: "TEN CUIDADITO".
Así que es cierto: pasada tu primera juventud, en cuanto has sacado en propiedad y a perpetuidad la plaza de Madre Titulada, para la que no existe edad legal de jubilación, resulta que no es ya que te conviertas en tu madre: es que te conviertes en "todas" las madres que ha habido en el mundo y que de pronto dicen ese tipo de cosas por tu boca, en un extraño fenómeno de posesión paranormal. En aquellos felices y despreocupados tiempos en que yo sólo era hija, al salir por la puerta siempre me perseguía una frase similar; en el caso de doña Pepa, la variante era: "TEN CUIDADO, NENA, QUE ESTÁ LA CALLE MUY MALA". Y yo contestaba que sí a todo, (qué pesáááá es mi madre), mami se quedaba tranquila y yo olvidaba la frase apenas había bajado dos escalones. Pero desde que me convertí en Madre Titulada, subcategoría  Disfuncional-Neurótica, una de mis múltiples aplicaciones posibles consiste en las advertencias retóricas y las no menos retóricas preguntas. Véanse varios ejemplos destacados que comienzan todos ellos por el vocativo "Hijo":
-¿No volverás muy tarde? ("Muy tarde" es un concepto indeterminado, interpretable a voluntad; las cinco de la mañana puede ser tanto "muy tarde" como "muy temprano" ¿O no?)
-No bebas (No, madre. Prometo que no me beberé el agua de los ceniceros)
-No fumes mucho (Hasta las ramas de los árboles, si no hay otra cosa)
-¿No estarás tomando cosas raras cuando sales? ( A ti te lo voy a decir si lo hago; y ¿quieres saberlo en realidad? )
-No comas porquerías (Tú verás: el kebab de la esquina por dos euros te da hasta el postre)
-Saca al perro antes de irte (¡JA!)
-¿Tú estarás estudiando, no? (¡Quiero un abogado!.... y no serás tú)
Juré mil veces que yo no haría nada semejante con mis, entonces, hipotéticos hijos. Pero ocurre con esto algo muy curioso: tú sabes perfectamente que en cuanto el muchacho salga por la puerta va a hacer lo que le dé la gana, pero a ti te alivia la ansiedad (momentáneamente) proferir esas frases o preguntas maternoretóricas,, por un curioso mecanismo de autoengaño. Queremos pensar que nos van a hacer caso, contra toda evidencia. Pero lo cierto, a tenor de mi experiencia, es que las cosas que decimos a los hijos van haciendo un surco en sus neuronas, como la gota de agua que cae insistentemente en el mismo punto. Sólo que esto lleva tiempo y el surco se evidencia a partir del día que cumplen de cuarenta años para arriba: entonces, con un poco de suerte, se hacen ciudadanos responsables, comen verduras y tienen muchísimas menos ganas de salir de noche, pero tú ya estás medio gagá para saborear tu triunfo y los años de montaña rusa emocional que te han dado no te los quita nadie. Esta, amigos, es una de esas cosas menos gratas que nadie te cuenta ANTES de tener hijos; ay, ese pacto de silencio de los que han sido padres antes que tú....  
Me consuelo haciendo una receta que siempre formó parte del repertorio culinario habitual de casa: la cazuela de patatas, que es uno de esos platos que te hacen ir como un reloj todo el día, fácil y muy rico.
Ingredientes
-3 ó 4 patatas medianas
-Una cola de rape hermosa.
-3-4 dientes de ajo.
-15-20 almendras. Lo que viene siendo un puñado.
-Perejil.
-Una rebanada de pan.
-Una cucharadita de pimentón.
-Agua, sal, pimienta.
-Una hoja de laurel
.Un chorreo de vino blanco.
-Aceite.
Se fríen en una cazuela con un fondo de aceite los ajos y las almendras. Se sacan y reservan. En el mismo aceite se fríen la rebanada de pan y el perejil. Se apartan también. Se apaga el fuego y se añade la cucharadita de pimentón, para que se haga con el calor residual (si se quema, amarga)
Se trituran juntos en la batidora o Thermomix los ajos y almendras, el pan y el perejil, con un poquito de agua y un chorrito de vino blanco. Eso me lo he inventado yo, que soy muy de emborrachar los guisos, pero es que le va muy bien.
En la cazuela que hemos utilizado y donde ha quedado el pimentón con el aceite, ponemos las patatas peladas y chascadas. Añadimos la cola de rape y el majado, sal, un poco de pimienta y el laurel. Lo ponemos todo a cocer hasta que las patatas estén tiernas y el caldo trabado. Sacamos la cola de rape, le quitamos el hueso y volvemos a añadir la carne que hemos sacado.

Ansiolítico de probada eficacia sin efectos secundarios
De color no es muy vistoso, ya que todos los ingredientes están dentro de una misma gama  pero lo que le falta de vista, le sobra de sabor  Y a mí me relaja mucho guisar y comer este tipo de platos. Uy, esto y el yoga, mano de santo.
Feliz -y tranquila- semana a todos.


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