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miércoles, 21 de febrero de 2018

MOSTACHUDOS

Siempre empiezo a escribir en lunes, día que detesto. Digo que lo detesto, a sabiendas de la falta de positividad y de originalidad que denota. Qué le vamos a hacer. Ya lo dijo mucho antes que yo Bob Geldof en ese precioso tema  I don´t like Mondays.  El lunes es ese día en que te cuesta la vida levantarte de la cama, el día en que te pesas y estás más gorda, y que se te sale el agua de la lavadora,  llega una multa o el perro te vomita en la escalera. O todo a la vez. El día más entreverado de pequeñas catástrofes de toda la semana. El día que Lexnet funciona peor. ¿No sabéis lo que es Lexnet? Felices vosotros, bienaventuradas criaturas. Lexnet es una plataforma que en 2016 puso en marcha el Ministerio de Justicia, en un alarde de progreso y adelanto, para facilitar las comunicaciones telemáticas entre los Juzgados y los profesionales. En teoría perfecto: es rápido y te ahorra desplazamientos al Juzgado para presentar escritos. Pero en la práctica, y mucho más al principio, ha estado fallando más que una escopeta de caña. De hecho, si hay algo que ha conseguido poner de acuerdo unánime a funcionarios, abogados y procuradores es que Lexnet es una soberana****** y un auténtico %%%%%&&&&&&&&. Que da problemas con las firmas electrónicas. Que se cae cada dos por tres. Que si no le gusta el nombre que le pones a un escrito, te lo rechaza; que si tienes que aceptar más de dos notificaciones, te expira la página y tienes que volver a empezar; que si no le deshabilitas previamente el antivirus, tiene desplegables, naturalmente de imprescindible cumplimentación, que no se abren. Y que, cuando has conseguido rellenar  todo el formulario que acompaña al escrito, lo cual a veces es toda una heroicidad, y no te queda más que darle a "Firmar y enviar", le entra como un aire y se queda tonto, te pierde todos los datos y tienes que empezar de nuevo. Además, si te arrepientes, no hay vuelta atrás. No como antes, que rescatabas el escrito en papel del Juzgado Decano (mirusté, que me he equivocado) y aquí paz y después  gloria.  Total, que una, amparada en la intimidad de su despacho,  día (lunes) hay que termina echando por la boca espumarajos de rabia e insultos intrascriptibles, intercalados con frenéticos golpes al teclado. Luego, cuando ya te han saltado seis o siete teclas del teclado y has estrellado el ratón contra la pared, te sale: "Página no encontrada" . Y lanzas un aullido que deja en mantillas al de Michael Jackson en  Thriller y llega alguno de tus hijos, te encuentra hiperventilando, con los pelos de punta, y con el corazón a mil por hora, y te pregunta con toda inocencia:
-Mamá ¿estás bien? ¿Qué haces?
-........ Nada, hijo.... snifffff.... aquí, presentando un escrito.....
-Ah. Porque parecía que te está dando un chungo.
Y conste que no exagero ni un pelo. Aparte de eso, antes, cuando tenías un escrito que te vencía plazo, lo hacías y te ibas con él al Juzgado de Guardia, y lo presentabas allí, y, aunque de muy mala gana, te sellaban la copia y todo. Ahora te ahorras el viaje, pero te puede sobrevenir un hamacuco como hayas agotado todo el plazo y se te caiga la página... porque entonces, la has pringado, pero bien, sobre todo porque no siempre puedes justificar que se deba a un fallo del servicio. En esta profesión, por defecto, la culpa es tuya. En este particular y en todos los demás. Así que cuando tengo que presentar un escrito, (y no digamos cuando tengo que presentar una demanda y cargar los documentos adjuntos, que siempre pesan muuuucho más de lo que el sistema admite),  antes de proceder respiro y recito un mantra budista y un Padrenuestro, que así quedo bien con todas las instancias. Me perdonen ustedes la irreverencia. Y todo porque ahora los desventurados abogados no tenemos que lidiar sólo con los clientes, o con los Juzgados, o con la Junta de Andalucía, que nos paga tarde y mal (irrisoriamente, de hecho) los turnos de oficio, sino también con la tecnología. Pero aquí sigo: a una, después de todo, le va la marcha. Aunque sea a costa de la salud.
Sigo teniendo la costumbre de cocinar para relajarme y esta receta, concretamente, la he sacado de un video de La Sexta de El Comidista, en que Mikel López Iturriaga se desplaza a Ribadavia, en Orense, para visitar un obrador en el que se hacen dulces sefardíes de mucha fama. Me prevarica eso de cocinar un dulce que según todas las trazas es bastante antiguo: es un modo de trasladarte sensorialmente a tiempos pasados y unirte a las generaciones que te han precedido. Si añadimos que está buenísimo y encima está moderado de azúcar y pasado de nueces, que me encantan, no hay excusas, porque, además, se hace en un voleo. Necesitamos:
-225 gramos de nueces peladas.
-80 gramos de azúcar
- 1 huevo grande.
-1 cucharadita de clavo molido y una punta de canela (esa última aportación es de mi cosecha)
-Una cucharadita de ralladura de naranja
-Azúcar glas para decorar (yo no puse, de todos modos es opcional)
Precalentar el horno a 200º.
Se trituran las nueces, se mezclan todos los ingredientes y se hacen bolas pequeñas que se aplastan.
Se cuecen entre diez o doce minutos. Se dejan enfriar sobre una rejilla y se espolvorea el azúcar glas si se va a poner. Más fácil, imposible.

Lo mío en la cocina es mi particular meditación en movimiento. Y hasta ahora me funciona. Incluso los lunes. O especialmente los lunes, ahora que lo pienso.
Feliz semana.

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